CONTRA EL RACISMO Y LA INTOLERANCIA
ACCIÓN CONTRA EL RACISMO Y LA INTOLERANCIA
Esteban Ibarra
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia
La intolerancia en estos últimos años ha crecido en casi todas partes de Europa y en España, como es evidente, también, aunque exista quien niegue esta realidad. Por desgracia cuando se analizan las causas del problema de manera reiterada se suele hacer hincapié, exclusivamente, en la incidencia de factores sociológicos como son la presencia de inmigrantes, las contradicciones por la diversidad religiosa, los antagonismos culturales y otros por el estilo. Sin entrar en la fuerte carga xenófoba de muchas de estas explicaciones que revelan la existencia de conflictos pero que mayoritariamente ocultan el escaso valor que se otorga a la integración real, social y democrática de diversos colectivos, merece la pena señalar el papel que juega en el crecimiento de la intolerancia, tanto la extensión del discurso del odio como el desarrollo de los grupos que lo potencian, así como el crecimiento de los medios de difusión que disponen, produciendo una contaminación social que alimenta el racismo, la xenofobia, el antisemitismo, la islamofobia, la homofobia y otras formas de intolerancia.
Precisamente, tanto la OSCE, como el Consejo de Europa, el Parlamento Europeo y otras instituciones internacionales, señalan que el problema de la propaganda racista, las redes de Internet y la proliferación de grupos de odio, son de los mayores y mas preocupantes problemas en aumento que los Gobiernos democráticos, y la sociedad en su conjunto, deben de abordar con prioridad. La difusión de mensajes de intolerancia ante la diversidad ha de ser entendidos como una propaganda que precede a la acción criminal; la relación entre una y otra ha sido evidenciada por los hechos y necesita de estrategias integrales para hacer frente a esta realidad que va a marcar este siglo donde la globalización e interacción comunicativa son elementos que lo caracterizan.
En España el crecimiento de los prejuicios que detectan las encuestas, el recelo o el rechazo de la inmigración, de la diversidad de confesiones religiosas, en especial el Islám, suponen la “gasolina” de la que se nutren grupos fanáticos, quienes a su vez interactúan alimentando la intolerancia para volver a recoger su fruto en términos de odio. Y pese al reclamo de numerosas voces como la nuestra, que insisten en dirigir la mirada hacia las páginas y redes de Internet que inducen al delito de odio, hacia el papel de las gradas ultras del fútbol, hacia los centros de distribución de material racista, xenófobo y antisemita, o hacia las organizaciones neofascistas y neonazis, en muchos casos, con potentes conexiones internacionales, pese a la denuncia mediática y la constatación de numerosos delitos y crímenes de odio, pese a todo ello, el avance en la sanción de estas conductas ilícitas desde la aprobación del código penal de la democracia ha sido prácticamente insignificante.
Todos los observatorios europeos, órganos especializados en la materia, nacionales e internacionales, insisten en un mensaje: “hay que pasar de las palabras a la acción”. Todos recomiendan dar respuestas integrales, medidas preventivas de educación y sensibilización, medidas de integración democrática de las minorías y de la diversidad, potenciar dinámicas sociales de interculturalidad, pero también reclaman a los Gobiernos que se persiga el delito racista, xenófobo, homófobo, antisemita, islamófobo, el delito relacionado con la intolerancia, el crimen de odio. La investigación sobre los crímenes de odio en España revela un conjunto de elementos que impiden obviar el problema y además señala el crecimiento de las organizaciones neofascistas y muestra, al recordar operaciones policiales contra grupos armados, posibles expresiones de terrorismo ultra; la defensa de la convivencia democrática y de los derechos humanos para todos requiere una acción enérgica por parte de las instituciones
Es preciso insistir, por tanto, con una petición al Congreso de los Diputados de promulgar una Ley contra los Crímenes de Odio, siguiendo las recomendaciones de la OSCE (Organización para la Seguridad y Cooperación Europea), que tenga un carácter integral, que potencie medidas e instrumentos de prevención e intervención, en especial de la Justicia; es necesario reclamar al Gobierno la creación de una Unidad Policial Especializada y centralizada que pueda actuar en todo el territorio nacional y mantener una coordinación con otros servicios policiales europeos e internacionales ya existentes, con el fin de lograr una eficacia, aún no alcanzada, en la erradicación de estos grupos, así como de una Fiscalía Especializada en crímenes de esta naturaleza que persiga eficazmente estos delitos que están tipificados en el Código Penal, además de la adopción de un Plan Integral para la erradicación del Racismo y la Intolerancia que incorpore entre otras medidas, programas de orientación a padres, profesores y profesionales de la comunicación.
La historia nos ha demostrado los efectos devastadores del odio y la intolerancia, evitemos aquello que expresaba Martín Luther King, para no tener que arrepentirnos “no tanto de las acciones de la gente perversa, sino de los pasmosos silencios de la gente buena”.
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