BARBARIE TERRORISTA EN MADRID
El brutal y sorpresivo atentado terrorista realizado por ETA en el aeropuerto de Barajas (Madrid) que ha acabado con la vida de dos jóvenes inmigrantes ecuatorianos, Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, que ha herido a decenas de personas, causando destrozos dantescos, que aterrorizó a miles de viajeros, que ha espantado a la ciudadanía de Madrid y ha conmocionado a millones de personas en España y en otros países, solo puede ser calificado como un “crimen de lesa humanidad”, porque han atacado y dañado no solo a las víctimas directas y sus familiares, en este caso humildes trabajadores que nunca entenderán su tragedia, sino a toda la población civil que es el destino intencionado de la barbarie terrorista.
La organización terrorista ha puesto fin a su “tregua permanente”, aunque durante este tiempo la kale borroka, los zulos con bombas y armas, o los robos de pistolas no acreditaban una voluntad de renuncia a la violencia. En cualquier caso el proceso de “fin de la violencia”, y no del mal denominado “proceso de paz” puesto que no hay guerra, tan solo hay violencia terrorista, su denominada “tregua permanente” ha sido rota por quienes únicamente la pueden romper que son aquellos que usan la violencia para alcanzar sus objetivos.
En todo este tiempo los errores en la actuación del Gobierno se han puesto de manifiesto con hechos y comentarios vertidos a la opinión pública que la organización terrorista se ha encargado de triturar. De igual forma, los errores del principal partido de oposición acusando de pactos, rendiciones o participando en manifestaciones en las que se producían escenas filo-fascistas, han quedado en evidencia tras el terrible atentado. A ambos hay que reprocharles una inmoral desinformación, así como su obrar y movilizar con criterios de rentabilidad partidista.
Actualmente asistimos con asombro a este comportamiento erróneo de los partidos políticos frente al problema terrorista, y desde una lógica ciudadana debemos recordarles a quienes gestionan la cosa pública que la sociedad merece más respeto, que la política antiterrorista ni admite ambigüedades, ni se usa con fines partidistas y que las víctimas son de todos, porque las ponemos todos. Los partidos políticos deberían pedir disculpas a los ciudadanos por los errores que están cometiendo, comenzando por el Presidente del Gobierno.
Sin embargo no estamos en momentos de reproches y menos aún de división democrática frente a los que asesinan y aterrorizan a la ciudadanía. Son momentos de unidad de los demócratas, no de mantener situaciones de enfrentamiento; momentos de diseñar una actuación compartida, entendiendo que explorar la vía del diálogo es legítimo siempre que en paralelo el Estado de Derecho actúe a fondo con todos sus instrumentos frente a la violencia y el terror.
Estamos ante un crimen terrorista, de nuevo irreversible, que ha acabado con la vida de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio; obviamente se hará justicia y sin duda este crimen no quedará impune, pero a su vez también estamos, presumiblemente, ante una nueva ofensiva terrorista que requiere una respuesta basada en una firme unidad democrática y en una decidida actuación del Estado de Derecho.
Esteban Ibarra
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